miércoles, 10 de diciembre de 2008

Vida y Opiniones de Tristram (La soledad de Tristram y Mr. Shandy)




"La soledad de Tristram y Mr. Shandy"



- "¿Quizá los solitarios encuentran una voluptuosidad de contraste entre su inacción soñadora y la amplitud del campo en que se desarrolla la actividad de los otros hombres?"¿ Pueden creer que esto me ha dicho Tristram? Se acercó a mí mientras desarrollaba una actividad cultural, ver anuncios en la tele, y me lo ha dicho, sin más, dió media vuelta y volvió a su rincón de ahora para continuar relamiendo el libro de donde sacó estas palabras ("El discípulo", de P. Bourget).
Me sentí como el padre de Mafalda cuando esta le viene a preguntar algo: totalmente desconcertado. Así que apagué el televisor y me acerqué a él.
- ¿Te sientes sólo, Tristram?- porque mi amigo Grifón nunca dice las cosas porque sí, siempre tiene una intención y como no acaba de perdonarme, sé por donde van los tiros: una disculpa para decirme algo que le ronda.
- Sí, esto es un páramo, no hay gente de mi clase (entiéndase perros) por este barrio. Gatos sí, muchos, y ya sabes que no me gustan los gatos.
Y no le gustan porque le dan miedo desde que relamió "El gato negro" de Allan Poe.
- ¿No conociste a nadie cuando te fuiste de casa?- Sí, un chow chow que parecía un oso panda, pero hablaba en chino y no le entendí nada. ¿Tú recuerdas aquel libro, "La soledad era esto"?, pues el título me va como un collar de diamantes a mi cuello.
Por cierto, el libro que está leyendo es de la biblioteca de aquí al lado, y lo ha escogido él, que le he tenido que sacar el carnet, no vean lo que me ha costado, pero se ve que la bibliotecaria es amante de los animales y el muy perro le ha puesto esos ojitos que solo él es capaz de poner y con la condición de llevarlo de vez en cuando por allí para que lo sobe un poco, nos ha hecho el carnet, primero a él y luego por deferencia a mí.
- Bueno, Tristram, los comienzos en un sitio nuevo suelen ser difíciles, ya te avisé.- Nadie está preparado para la soledad, aunque esté avisado. No dejo de recordar a mis amigos del barrio, a la collie…- Pero si a la collie ya no le hacías caso.- ¿Pero y lo bien que me lo pasaba fingiendo indiferencia junto a ella?- A ver, Tristram, ¿qué es lo que quieres?- No quiero nada, pues nada pinto yo en tus decisiones.
Otra vez, llegado a este punto decidí cambiar el rumbo de la conversación, aún no me ha perdonado.
- El sentido de lo que me has dicho antes, ¿te estás refiriendo a mí, crees que encuentro voluptuosa la soledad?- La soledad puede ser buena para la creación, siempre que uno consiga concentrarse.- Pero, Tristram, yo no encuentro voluptuosa esa inacción soñadora. Soy un poco soñador, pero no más que otros.- ¿Qué no eres soñador? Si le has puesto de nombre Mr. Shandy al pajarillo ese que aparece dos veces al día, que te tiene embobado.- Hombre… bueno, Tristram, no me digas que no es extraordinario lo de este pajarillo, además, el nombre no se lo puse yo.- Aún con mayor razón: ni siquiera fuiste capaz de ponerle nombre.
No seguí la conversación. Entiendo que continúe enojado, no se lo reprocho, pero de ahí a culparme de no adaptarse.A veces nos encontramos con quienes cargan sus frustraciones en los demás, como si los más cercanos fueran los responsable. No deja de ser un mecanismo de defensa, que no comparto pero que en el caso de Tristram me hace verlo como humano, si cabe aún más. Y esto me desorienta: cada vez más lo trato como una persona.
- Además- me dice-, yo Tristram y él Shandy, parecemos el dúo picopata.
Definitivamente, ese día no hablamos más.
Ahora creo que está celoso, así su rabia contra mí va trocando. Siente celos de Mr. Shandy, el pajarillo que me visita a diario, me reprocha el trato que dispenso a este ser volador.
A Mr. Shandy lo apadrina una querida amiga que está muy lejos: ella le puso el nombre, que me gustó, claro.No sé qué especie es, debería consultar a un ornitólogo. Posó sus diminutas patas en la terraza una tarde , se acercó al umbral de la puerta que da acceso a la casa, y entró. Voló un poco y salió. Al día siguiente regresó. A saltitos llegó hasta mí, a un palmo de distancia, se me quedó mirando como medio minuto y se fue. Lleva haciendo esto a diario, cuando estoy en casa, y cuando no (me lo ha dicho el señor Grifón), desde hace tres semanas. Le he cogido cariño, cómo no. Tristram odio, o eso dice, me gustaría verlo a escondidas cuando se cree sólo en casa y aparece Shandy.Aunque me está haciendo la vida imposible sé que la aparición de este personajillo tan curioso nos ayudará a retomar nuestra amistad, al menos tal y como estaba antes de venirnos a esta cálida tierra que nos acoge..

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