martes, 18 de noviembre de 2008

¿Por qué a mi perro le llamo Tristram?


¿Por qué a mi perro le llamo Tristram?
Aparte de ser un personaje este mi perro último de una camada de diez cachorros, tardó un día más en nacer que el noveno. Nos apareció en el jardín, un descuido del destino lo tuvo perdido entre los vericuetos de la placenta, su madre, perra donde las haya, ni cuenta se dio de su extravío.
Quizá por desidia nuestra o porque tenemos por costumbre cortar con poca frecuencia el césped, aún tardamos dos días más en toparnos con el pequeño. Y fue su augusto perruno padre de buen olfato que lo enganchó por donde buenamente pudo y nos lo trajo a casa. Desolados nos quedamos con él, los demás los vendimos a buen precio.
Me quedé como propietario del contrahecho cachorro (el padre en su afán por acercárnoslo le chafó el hocico), y le puse de nombre Tristram (lo bauticé y uego me fijé si era macho o hembra).
Con el paso del tiempo no sólo el hocico tenía problemas...
"Señor mío, el HOMUNCULUS, por ridícula y leve que sea su apariencia,... Es un ser protegido con sus propios derechos. Los más finos y sutiles filósofos, que poseen los más amplios saberes nos enseñaron sin lugar a duda que el HUMUNCULUS lo crea la misma mano, lo engendra el mismo proceso natural, dotándolo con las mismas fuerzas locomotrices y las mismas facultades que nos crea a nosotros mismos. Consta, al igual que nosotros, de piel, cabello, grasa, carne, venas, arterias, ligamentos, nervios, cartílago, huesos, médula, cerebro, glándulas, genitales, humores y articulación... Puede progresar, puede lastimarse, puede encontrar remedio. En una palabra: está dotado de todos aquellos derechos y deberes de la humanidad que los mejores autores morales destacan como propios y privativos de ella".
"Pero dígame, ¿qué ocurriría si le sobreviniera cualquier accidente en su camino, o si por miedo a ello nuestro caballerete remata su itinerario tremendamente abatido?. Pues que su fuerza muscular, su virilidad, se harán endebles; sus espíritus animales se arrugarían indescriptiblemente, y, en tan quebrantado y triste estado de nervios, caería víctima de repentinos sobresaltos o de una serie de melancólicos sueños y fantasías por espacio de nueve largos meses. Tiemblo al imaginar qué cimientos se perderían en esas condiciones y las mil debilidades de cuerpo y de espíritu que se edificarían sobre ellos. Ningún filósofo o médico sería capaz jamás de enderezarlas satisfactoriamente".
... también se cree una persona con ideas políticas propias.

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